Statement

Mi oficio de pintar

Me llamo Marcela Motta, soy una artista porteña, nací en Buenos Aires. No puedo precisar cuándo comenzó esta aventura. Desde niña siempre anduve con un lápiz en la mano.
Estudié Dibujo, Pintura, Diseño de Interiores, Escenografía, Escultura en papel.
Creo que todo provee herramientas, ofrece diferentes lenguajes, aporta otra manera de ver e interpretar. Sin embargo, lo que genera en mí esa tracción imposible de soslayar es la Pintura. Yo no puedo dejar de pintar. Pinté de madrugada cuando la jornada laboral me impidió hacerlo de día, pinté con mis hijos en la falda mientras eran bebés.
El dibujo y la pintura son el centro de mi actividad. El trabajo en taller, el trabajo disciplinado, constante. Yo no creo en la ´Inspiración¨ en sí misma. Es cierto que hay días en que todo es más fluido, que parece que la mano te lleva sola, pero no necesariamente son los mejores ni de los que más se aprende. Yo creo que esto es un oficio, un bello y por momentos tormentoso oficio. Insisto mucho a mis alumnos en el taller a que trabajen, que experimenten. Que sientan y que razonen la pintura. Es un proceso, y lo rico es transitarlo.

Pintar es para mí, la posibilidad de crear un pequeño mundo de color y de forma sobre el lienzo blanco. Es experimentar el Vacío, que por momentos te invita dulcemente y luego como tirano te rechaza señalando tus pinceladas en exceso. Pintar es transitar las propias certezas e incertidumbres que la vida te propone.
Mi tema más recurrente es el ser humano, mujeres y hombres solos y acompañados. Haciendo sus pequeñeces cotidianas, o sus grandes movimientos sociales. Amando, trabajando, soñando. Son las marcas que dejan en mí, las historias propias y las de otros. La pintura me permite tramitar aquello que me emociona.

Cada obra es un camino que a veces alegra, asusta, duele.
Hay un diálogo que se va construyendo entre el artista y la obra. Un diálogo que modifica a ambos y que cobra nuevos sentidos ante la mirada del espectador. En ocasiones nuestra obra, nuestro diálogo, logra conmover a un ¨otro¨, y es entonces cuando deja de ser propia. Ese es un momento privilegiado.